Habitar es hacer propio un tiempo y un espacio, es hacerse en él. Heidegger planteó que en la relación del hombre con los lugares descansa el habitar, donde se encuentra su esencia. El cine, como parte de esa relación, es también una forma de habitar, al menos como estancia en realidades distantes, durante los breves minutos en que nuestra atención se fija en las historias, sonidos e imágenes que proyecta. “Estancia” es el nombre del conmovedor documental de Andrés Carmona (2024) que aborda el habitar de cuatro adultos mayores en una pensión en el corazón de Medellín, una ciudad que olvida y deja atrás la memoria de lo que ha sido su centro.
En “Estancia”, una cámara cercana y estática acompaña a los inquilinos de esta casa: Guillermo, Álvaro y Raúl, tres amantes, y Javier, un fanático religioso, quienes de a poco nos revelan sus recuerdos y miedos. Viviendo bajo sus propias reglas, los protagonistas nos enseñan los códigos de sus relaciones y rememoran una vida que todos sabemos terminará, ya sea por lo finito del lenguaje cinematográfico o de la vida misma. También, en esta historia conocemos sus anhelos y la melancolía por las relaciones amorosas que no se fueron.
Poster de la película estrenada en el FICCI.
Contrario a lo que en algún momento de la película uno de los personajes enuncia: esto no es solo una historia de “maricas y borrachos”. Lo que vemos es una historia de amor, cuidados y del inevitable envejecer. Estos personajes, jóvenes en otro tiempo, superaron las formas establecidas por sus épocas y nos enseñan otra forma de envejecer, mientras el cine les otorga la dignidad que merecen.
En esta película, la mirada se centra en el interior de la pensión y en su intimidad. Fue rodada alquilando una habitación y quien la observa comparte la sensación de estar ocupando un espacio más en esta casa. Aunque la ciudad nunca se ve, a través de las ventanas oímos el ruido del centro y referenciamos ciertos lugares, como la Catedral Metropolitana. Allí transcurre la melancolía por una ciudad que va cambiando a su alrededor; los teatros y los lugares que hacían del centro un lugar de reunión para su generación van pasando al olvido y cambiando con las dinámicas de una ciudad cada vez más violenta con las personas de su edad.
“Estancia” fue estrenada el pasado abril en el Festival de Cine de Cartagena de Indias (FICCI) como parte de la selección de películas colombianas, y abre una reflexión sobre la importancia de la dignidad en la vejez. Nos habla de una vejez colaborativa, compartiendo espacios y cuidados, un fenómeno cada vez más constante en Latinoamérica, debido a las condiciones sociales y la carencia de instituciones, para enfrentar la soledad en esta etapa de la vida.
Paradójicamente, esta historia parece hablarnos, no del pasado, sino del futuro de una ciudad que ha adoptado el olvido como norma, y padece hoy la voraz gentrificación que expulsa precisamente a lo virado, y a lo que no pueda ser parte de las dinámicas consumistas. El ambicioso proyecto de las élites locales – constante en su historia- de quitar el derecho a habitar la ciudad, de abrir paso a la novedad y el olvido sobre la memoria colectiva.
Adenda: Grata sorpresa ha sido encontrarnos con una prolifera selección de historias contadas y realizadas por mujeres en esta edición 63 DEL FICCI, que amplía y hace justicia a las narrativas sobre muchos temas abordados tradicionalmente por la mirada masculina.